La marcha contra la televisión basura es también una invitación a marchar contra la inercia, la inmovilidad, contra el pesimismo adormecedor y contra la bruta y primitiva idea de creer que todo lo que es impuesto desde el poder del mercado y económico está bien y no merece reflexión o una crítica para mejorar nuestra realidad, para dignificarla.

Esta marcha es también un jalón de orejas contra esa pobreza intelectual que cree que ser mayor de edad (viejo) es sinónimo de sabiduría per se. Sencillamente, es una bella forma de cómo los jóvenes nos enseñan de lo que son capaces. 

No existe "el problema de la juventud" como se nos ha repetido siempre. El problema real es de los viejos que no hicimos todo lo necesario para hacer posible un mundo más humano, más limpio, inteligente, justo, culto, bello, para las nuevas generaciones. La verdad es que los viejos no hicimos lo suficiente para gestar un país donde la educación de nuestros niños y jóvenes sea más constructiva en valores humanos y menos vergonzosa, frívola, de lo que es hoy.

Marchar por un ideal que pretenda mejorar nuestro país, nuestro mundo, permite también aprender  lo que significa la pasión de luchar, de estar vivo, en movimiento; te permite ser parte de la sabrosa dialéctica de la vida; quien nunca tuvo praxis de marcha, de efervescencia masiva por una idea noble y justa marcando el paso en la calle, tal vez no lo entienda. Pero están a tiempo para sumarse; y bueno, si no lo hacen, al menos, no jodan a los que sí promueven con estoicismo un cambio en nuestro país.

Hoy diremos una y otra vez: 

No a la televisión basura, al comentario basura, a la prensa basura; pero diremos también: No a los defensores de gobiernos y sistemas que auspiciaron la basura y pobreza de intelecto, que no hicieron nada sustancial por la educación de nuestra patria.