Compartimos artículo publicado en el diario La República:

Violadores de derechos

Escribe: Gabriela Wiener 

Mira los ojos de Martha Chávez cuando dice que en una relación homosexual se intenta imitar a la naturaleza porque hay alguien que hace de hombre y alguien que hace las veces de mujer. Por favor, mira los ojos de Eguren asegurando que es casi imposible que una violación genere un embarazo porque la mujer no lubrica o porque los violadores sufren impotencia. ¿No te parece que la mirada fija de un pobre pollo, en comparación, resulta infinitamente más inteligente?

La estupidez insiste siempre, creo que decía Camus. El problema es que podemos ser pacientes con ella pero no con quienes son concienzudamente estúpidos, o peor, con quienes se ufanan de ello y lo utilizan para ejercer poder. Que Martha Chávez no sepa lo que es el sexo, o que tenga una visión paupérrima de este, o que entienda el amor de una forma perversa, no me sorprende. La inmoralidad con que se conduce en la vida política –su última medalla es haberse convertido en la enemiga número uno de las mujeres peruanas–, solo puede ser proporcional a la frigidez y sequedad de su corazón fujimorista, en caso de tenerlo. Deja de insultarnos, Martha, llevas más de dos décadas haciéndolo.

Uno podría pensar, ingenuamente, que el presidente de una comisión del Congreso... yo qué sé, por lo menos podría disimular que no sabe la diferencia entre penetración y lubricación, entre eyaculación y fecundación, entre consentimiento y crimen. Palabras todas que no deberían confundirse nunca. Es en vano. Su misión es precisamente confundir con un discurso conservador y falaz, embarazar como sinónimo de obstruir. Déjanos decidir, Juan Carlos.

Pero ellos insisten, insultan, violan nuestros derechos. El mar de estupidez en el que nada esta pécora no es en absoluto inofensivo: su objetivo es el embrutecimiento, la cerrazón y la intolerancia. Su finalidad es el triunfo del atraso. ¿Cómo serían estos dos en la cama? Uno de los dos tendría que hacer de hombre y el otro de mujer, pero seguro que ninguno lubrica. Como en el Congreso.