Dice una canción del gran Luis Eduardo Aute: 

Míralos, como reptiles,

al acecho de la presa

negociando en cada mesa

maquillajes de ocasión

Recordaba estos versos porque creo que mucho de lo que describe se repite cada vez que se acercan tiempos de elecciones en nuestra patria.

En tantos años de haber vivido en nuestro hermoso y golpeado país, he escuchado a muchos sostener que "hay que afirmar la democracia", que "debemos generar partidos políticos con prácticas democráticas", y a otros, que "debemos ser consecuentes con nuestros principios y estar cerca de los ciudadanos que confiaron en nuestras propuestas", que "no debemos abdicar de nuestras promesas de campaña", etc. etc. pero la verdad es que al final he visto a pocos asumir con coherencia esa conducta, mejor dicho, casi nunca. No es que crea que la democracia sea inmaculada 'per se', tan ingenuo no soy, pero sí estimo que quien la pretenda abrazar, al menos, debería dar muestras radicales de creer en ella desde sus bases elementales.

Siempre pensé que otorgar validez democrática a un partido y a un candidato (y no me refiero sólo a la 'formalidad' de inscribirse ante el JNE), era casi imposible, sobretodo después de tanto vicio histórico político al que hemos asistido en los últimos tiempos.

Sin hacer mayor esfuerzo, basta mirar a nuestro alrededor y confirmar que prácticamente ninguno de los ya proclamados candidatos a la presidencia del Perú de los distintos movimientos políticos hacen honor a la famosa "democracia partidaria"; da pena, y es que al final asumen conductas similares a las de quienes consideran incluso sus adversarios políticos: en estos últimos meses confirmamos que todos han sido ya elegidos (o auto-elegidos) por la "caudillo-cracia", se me ocurre: por el "amiguísimo militante", por creerse "auto-iluminados" o quien sabe, por el todopoderoso "dios dedo".

más que nausea, dan tristeza,

no rozaron ni un instante, la belleza...

Preguntémosles sin reparos: ¿Quién o qué elogiable acto democrático los ha elegido?. Aunque resulte difícil asumirlo, un poco de "crítica y autocrítica" (ese método científico marxista tan útil y necesario) no les caería nada mal.

De hecho, hasta ahora, sólo vamos confirmando (y nadie tiene por qué molestase por esta conclusión) que hay un movimiento que notoriamente viene esforzándose por hacer honor a la palabra "democracia" desde de su seno y que se empeña en hacer de público conocimiento sus elecciones abiertas a todos los ciudadanos para elegir a su candidato a la presidencia el 2016; un movimiento que con virtudes y sorteando dificultades, llevó adelante un Congreso Nacional con más de 600 delegados de todo el país donde se conformaron los planes de trabajo que guiará sus tareas en el futuro; una suma de esfuerzos que pretende con terca coherencia cambiar la forma de hacer política en nuestro país desde sus bases, sin mezquindades, donde nadie se crea "dueño de la pelota", un iluminado" o "candidato natural"; donde el desprendimiento y participación se realice sin intereses o a cambio de "cuotas", donde por fin el candidato a representar, sea producto del consenso democrático de sus participantes.

Sí pues, ese movimiento es el Frente Amplio, un colectivo que con innegable esfuerzo viene gestando una nueva y más democrática forma de asumir la política en nuestro país, y aunque podamos o no sentirnos parte de sus postulados, resulta casi imposible no reconocer que sus militantes están haciendo realidad lo que expresan en sus discursos ('coherencia', le llaman); ellos elegirán a su candidato con participación universal ciudadana este cuatro de octubre del 2015, poniendo en práctica, sin titubeos ni maquillajes, eso de lo que tantos se llenan la boca, pero a lo que pocos (al menos hoy) hacen honor: DEMOCRACIA.

A esos espíritus de cambio, de coherencia y que felizmente nacen desde el lado izquierdo del pecho, me sumo con entusiasmo y sin duda. Y es que como también reza la canción Luis Eduardo Aute:

"Reivindico el espejismo

de intentar ser uno mismo..."