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Mestizaje

Reflexiones

Publicado: 2017-12-22


Algunos grupos sociales suelen expresar su necesidad de encontrarse históricamente con un origen preciso, concreto. Hace algunos años, en una reunión, saltó el tema de lo «afro» en el Perú, así como otros «orígenes culturales» que conviven en nuestro país. De aquella conversación afloraron varias reflexiones. El presente artículo, más que una disertación académica, pretende compartir un conjunto de ideas sueltas de lo que sostenemos al respecto:

Siempre recuerdo la teorización que realizaba el maestro Manuel Acosta Ojeda cuando sostenía que el «negro peruano» es un negro especial, un «cholo negro», si se quiere, que se alimentó con maíz, oca, maní, cuy y que se hizo 'uno', «proletariamente», con el llamado «indio». Es por estos antecedentes que siempre he sentido una suerte de 'rubor ajeno' cuando escucho que se proponen ideas fijas, con cierto determinismo, para pretender ‘buscarse’ o ‘encontrarse’ en estos tiempos (en pleno siglo XXI) con la 'esencia' de un origen en el África, pretensión que con el paso del tiempo (histórica y culturalmente) entiendo se ha ido diluyendo en varios siglos y generaciones. Este tema es muy complejo, difícil y puede además tocar incluso algunas susceptibilidades.

Un poco de historia

Los descendientes africanos que arribaron inicialmente al Perú no son precisamente lo que podríamos calificar de 'primera generación'. Este es un tema que hemos estudiado y que además hemos oído disertar personalmente a los ya fallecidos grandes historiadores, Alberto Tauro del Pino y al recordado Juan José Vega, en San Marcos. Recordemos que a la llegada de los españoles a este continente no existía el «Canal de Panamá», por tanto, la travesía desde Centro América y el Caribe hacia el sur, demoraba mucho, además de ser muy compleja (enfermedades desconocidas, caminos densos, epidemias, etc.) y hasta que lograsen llegar a esta parte de los andes, es seguro que varios cientos de vidas se perdían en el camino.

Entre la llegada de Cristóbal Colón (1492) y el arribo de los españoles al Perú (entre 1524 y 1532) transcurrieron un promedio entre treinta y cinco (35) y cuarenta (40) años. A esto debemos agregar que las condiciones en que eran «arriados» los negros esclavos, no eran precisamente las mejores, es decir, no venían montados a caballo, todo lo contrario, eran arriados cruelmente encadenados, caminando o amontonados en carretas. Puntualmente: El negro que llega al Perú, a diferencia del que llega al Caribe donde los arribos eran a 'primer puerto', podrían haber pertenecido a una segunda o tercera generación, y de ellos, muchos habrían nacido ya en «América».

Como complemento, debemos recordar que según el historiador José Antonio del Busto, el primer acercamiento de Europa con el imperio inca habría ocurrido por el año 1524 con el portugués Alejo García. Por otro lado, el cronista Huaman Poma de Ayala refiere que el primer contacto de España con el imperio inca se realizó en Cusco entre Huayna Cápac y el «conquistador» Pedro de Candía en 1526. Sin embargo, como todos sabemos, el dato más difundido de estos acontecimientos es el arribo de Pizarro a Cajamarca el 16 de noviembre año 1532, conocido como: «El encuentro en Cajamarca».

Pero sigamos. Una vez asentado en estas tierras, el negro peruano convivió desde un inicio con el llamado «indio», como «hermano de clase»” y de explotación, sufriendo ambos al mismo tiempo la esclavitud impuesta por el invasor europeo: negro e indio convivían en los socavones de las minas, lugar en el que muchos de los que ingresaban no salían jamás. Esta convivencia o «hermandad de clase» esclavizada hizo que compartieran cultural y socialmente muchas cosas de manera inevitable: pesares, tipos de alimentación, cantos, músicas y otras que con el tiempo se convirtieron en costumbres populares, fenómeno que afirmaba al mismo tiempo mestizajes y creaciones culturales diversas, producto de ese mismo mestizaje. Pintada la realidad de ese modo, entenderemos que ‘buscarse’ en otros lados y no en nuestra 'localidad', en nuestra ‘peruanidad’, resulta siendo casi un despropósito. El negro peruano como parte sustancial de nuestro rico mestizaje, está «lleno de peruanidad», si se quiere. Tratar de ‘reubicarse’ o 'rebuscarse' originariamente en otro lado, tal vez podría justificarse con propósitos históricos o de orden cronológico, más no ser determinante, social y culturalmente.

Como sabemos, la construcción de la identidad o identidades, de la identificación colectiva de un grupo humano con una realidad social determinada, va más allá de las características expresadas en el fenotipo: color de piel, cabellos, ojos y de otros rasgos distintivos externos. En ese sentido, reclamar “orígenes” culturales que pueden estar ya «diluidos» en siglos de convivencia y mestizaje, es posible que nos lleve a posturas no muy sensatas, además de expresar cierto tipo de 'exclusión' en varias direcciones.

Le comentaba una vez a Chalena Vásquez (gran musicóloga y amiga) lo que viví personalmente en el mismo Cajamarca (de donde provengo) con algunas personas ciertamente desubicadas que suelen reclamarse como: «Español puro» u «Orgullosos descendientes de español» (según sus propias palabras y con mucho de soberbia) postura que expresa en mi sentir, una gruesa huachafería. El tema como vemos, puede tornarse peligroso. Pero valgan verdades, este mismo problema se expresa de manera similar en quienes quieren buscarse o se reclaman como «indio puro» (bajo los mismos argumentos de buscarse como «negro africano peruano» o «afro-peruano») cuando en realidad deberíamos caer en cuenta que hoy en el Perú todos somos producto y poseedores de un sinnúmero de composiciones culturales; buscarse en lo originario «afro», en lo «indio puro» o «español puro», no contribuye a asumirnos como parte y producto de una rica y compleja construcción social y cultural, sino, todo lo contrario, apunta a «distinguirse» de los «otros» –incluso «químicamente»- y eso, reiteramos, puede llegar a ser muy peligroso, pues es una forma indirecta de reavivar «teorías» que ponen énfasis en la distinción de «razas», tema que a estas alturas ya ha sido superado largamente por el desarrollo la ciencia.

Considero que nuestra atención en estos temas debe estar centrada en las conformaciones socio-culturales, de mestizaje, en el reconocimiento de las diferentes personalidades sociales que poseemos. En antropología lo entendimos una vez bajo la siguiente metáfora: «Las distintas plantas nacidas de la misma tierra, pero pertenecientes al mismo huerto». Buscarse en otros lugares, hoy en día, es dejar de lado, desconocer, ignorar, gran parte de nuestra rica historia y la forma cómo esta nos ha moldeado, en definitiva: es omitir lo que el tiempo ha hecho de nosotros culturalmente.

No se trata tampoco de afirmar el mestizaje para «aplastar» o negar personalidades (que también sería negativo), todo lo contrario, de lo que se trata es de asumirse diverso pero sin perder la perspectiva histórica cultural que nos ha enriquecido y nos antecede; por lo expuesto, es necesario replantearnos la forma de asumir nuestros «sentidos de pertenencia social y cultural».

Síntesis

Concluyendo: En estos tiempos, reclamarse hijos de la «madre África», «españoles puros», o «indios puros», que al final contienen la misma intención y los motiva el mismo problema de fondo, no es el camino. En ese orden de ideas, no asumo como atinado la definición «afroperuano» y considero más propio o sensato: «negro peruano»; de igual manera, tampoco «indio», ni nada que siga esa misma lógica. Ese tipo de definiciones y discursos terminan desconociendo artificiosamente, por posturas distintivas, varios siglos de rico y complejo mestizaje del que hoy somos producto.

Creo que para construir un país debidamente vertebrado tenemos que mirar con «lupa» estos avivamientos sociales. Hoy los peruanos somos producto de una construcción cultural compleja, rica, diversa, variada; el mestizaje ha hecho su trabajo en todos estos siglos. Lo que hoy somos, es el resultado dinámico de actuaciones y síntesis reiteradas en el tiempo, tanto de orden social, como cultural; somos la construcción dialéctica de diversas y variadas personalidades culturales.

Repetimos, si el asunto es determinar y explicar el «fenotipo» de las personas, es decir, detalles de caracterización externa como: «color de piel, color de ojos, tipo de cabello», etc. ese es un tema distinto. Empero, si alguien quiere buscar o pretende encontrar su «pureza», su mayoría genética en África, en España o en lo «indio» local, es casi seguro que se va a llevar una gran decepción.

Felizmente, como peruanos, hoy somos más ricos social y culturalmente gracias al mestizaje de siglos de convivencia, más que a cualquier origen geográfico lejano.


Escrito por

Jinresocialarte

Hijo de padres, abuelos y bisabuelos Cajamarquinos, bella tierra norteña que llevo en la mente y el corazón, junto a la patria toda.


Publicado en

Jinre

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