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Cantar y hablar

Publicado: 2018-01-15

Muchas veces las personas tendemos a cantar como hablamos cotidianamente. 

Nuestra manera de hablar, de pronunciar, se forma con el paso de los años, con la propia experiencia de vida, se construye desde que comenzamos a expresar nuestras primeras ideas y lenguaje cotidiano.

Hablamos como nos formamos y escribimos tanto como hemos leído, dice una frase muy antigua;  pero también, hablamos de la forma cómo hemos interactuado con la gente y hablamos en función de la calidad de información que hayamos leído, sean estas valiosas o poco contributivas.

Cuando nos comunicamos cotidianamente no andamos percatándonos de los detalles de nuestra pronunciación. De plano, conversamos de la forma como nos hemos habituado a pronunciar las palabras. Ese peso y paso del tiempo generalmente es el que manda, se impone, surge, se manifiesta, se reitera una y otra vez, de manera inconsciente, a cada instante. Es como la “lengua-madre”, por más que te empeñas, esta te hace actuar (hablar) de determinado modo.

Por todo esto, hay personas (habemos) que no se percatan, por ejemplo, que han dicho: “de”, cuando debieron decir “del”; dicen: “vamo”, cuando tal vez debió ser “vamos”; dicen: "todo", cuando debió ser "todos", etc. Y es que como decíamos: no andamos con la “lupa-auditiva” a tiempo completo para darnos cuenta de estas cosas; tal como nos hemos acostumbrado a hablar, nos comunicamos.

Tan fuerte es el peso de la formación e información personal que acumulamos, que llega un momento donde te dicen una cosa, pero por tu "formación", comprendes o crees haber escuchado otra. Este fenómeno sucede muy a menudo.

Cantar

Pero el problema surge cuando queremos cantar la letra de una canción o recitar un poema. Llega un punto donde uno puede tener la letra a la vista, la puede memorizar y hasta creer habérsela aprendido correctamente; la dificultad surge en otro momento cuando tratas de recordarla, recitarla o cantarla.

Cuando la memoria nos traiciona (porque la memoria traiciona siempre, incluso a los declamadores más diestros) nuestro cerebro apela, recurre, acude, rebusca en nuestros archivos mentales y nos alcanza una información para “sacarnos de esa laguna”, dicha información algunas veces puede ser la correcta, pero en otras, similar, mas, no igual, a la letra olvidada; y claro, el dato que el cerebro nos alcanza suele ser el resultado de nuestra formación, responderá a nuestra forma de ser, a lo que tenemos almacenado dentro.

Otro problema surge cuando por falta de rigurosidad de algunas personas, se genera una especie de mala costumbre, un mal hábito que ya no te permite advertir que estás pronunciando algo incorrecto y terminas cambiando la letra, el sentido del mensaje, y por ende, afectando la belleza de una obra (canción) que creíste haber aprendido bien.

Por todas estas cosas que uno ha visto (escuchado) con frecuencia (a uno mismo le ha pasado) considero que es muy importante, en primer término: recurrir a la fuente más fidedigna de la creación de la letra de una canción, de un poema o frase, y si es posible, al mismo autor o con quien haya tenido una preocupación seria para recopilar esa información. En segundo lugar: no conformarse con aprender una letra, canción o poema de memoria, sino, realizar un esfuerzo adicional por estudiarla, leerla detenidamente, entender el sentido de su mensaje, analizar las conexiones entre las palabras, los versos consecutivos, prestar atención a los plurales, los singulares, los géneros femenino o masculino, tratar de identificar las metáforas, el ritmo interior, el "timbre o sonido" de los fonemas conexos, los paisajes expresados, etc. hasta llegar a comprender lo mejor posible la totalidad de la creación.

Pero ojo, además de todo esto, tiene que haber un esfuerzo adicional, cual es, el tratar de dejar de ser “uno” (por decirlo de algún modo) y hacer un intento por colocarnos en el lugar del creador, porque, repetimos, nuestra formación y manera de hablar personal puede traicionarnos a tal punto que podemos creer estar entendiendo algo que la letra no dice y terminar pronunciando de una manera distinta a como está escrita. O sea, no basta con memorizar una letra solamente: hay que comprenderla para luego exteriorizarla y pronunciarla con propiedad y fidelidad al mensaje que pretende comunicarnos.

Aprendimos que el inconsciente, alimentado por nuestra formación personal y nuestra forma de actuar a lo largo de nuestra vida, es demasiado poderoso.

Sólo una precisión final: un asunto distinto es cantar como siente un poblador sus repertorios tradicionales, para lo cual no hay regla que valga más que la "herencia" de su tradición; o también, 'cantar adrede' y por afirmación cultural tradicional, si no eres de un lugar determinado, pero, respetando determinados “modos” de pronunciación de algún pueblo en especial,  que no necesariamente podrían responder a ciertas reglas gramaticales, pero que pronunciarlos tal cual, tienen en sí mismos un valor cultural distinto, diferenciado, rico, que incluso es necesario afirmar por tradición.

Volviendo. Todo este esfuerzo de atención es necesario y vale la pena agudizarlo para no terminar tergiversando los mensajes de tantas bellas creaciones; ello es justo, además, para rendir respetuoso tributo a quien con dedicación y pasión nos heredó su obra.

Por el simple placer de compartir.



Escrito por

Jinresocialarte

Hijo de padres, abuelos y bisabuelos Cajamarquinos, bella tierra norteña que llevo en la mente y el corazón, junto a la patria toda.


Publicado en

Jinre

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