LESCANO y la nueva ley
Lo que está pasando el congresista Lescano, es algo que le puede ocurrir hoy a cualquier persona si es esta estuvo acostumbrada a mantener una conversación cargada de mensajes «sensuales», «sexuales», de «palomillada», etc. con otra persona. Y «ajustando la tuerca», bastaría que «se le crucen los chicotes» (como decimos en Perú), a alguien para pasar de una «amistad chacotera», mantenida en el tiempo, a una denuncia.
La nueva ley parece no dar lugar, hasta donde hemos oído, a entender si alguien estuvo o no tratándose con ese tipo de «confianza» y por buen tiempo con otra persona. Por eso, cuando Lescano dice: «No sé por qué me ha denunciado, por qué lo ha hecho, si hemos tenido amistad, 'subida de tono' si se quiere, pero amistad desde hace años», no reviste ningún carácter atenuante. Así lo establece la «ley contra el acoso» desde setiembre del año 2018. Un abogado me decía: «Es una ley de interpretación abierta, no estrecha las circunstancias y es peligrosa por eso mismo para algunos casos...».
Sirvan estos comentarios como una suerte de «llamada de atención» para quienes apelan (o apelamos aún) a este tipo de comunicaciones que hoy son calificadas como «acoso», y que son barnizadas de «confianza», pues decaen en «delito», más, cuando nunca hemos estado acostumbrados a reconocer esta conducta como tal.
Es por eso que mucha gente estima el caso de Lescano como parte de una «amistad consentida» y dentro de una línea de tiempo determinada. «Tiempo» que hoy marca una línea divisoria, repito, a partir del mes de setiembre del 2018, donde lo que pudo ser una actuación «en confianza», «subida de tono», etc. puede tornarse en «delito».
Insisto: Lescano puede estar inmerso en los alcances de la nueva ley, y puede ser además terriblemente torpe para defenderse, y seguro no ha estado a la altura de las circunstancias teniendo el cargo que ocupa para evitar ese tipo de conducta y diálogos que hoy se hacen público, pero algo es cierto, los medios de comunicación le están dando de alma como si de pronto él se hubiera convertido en un «monstruo» y hubiera decidido acosar a alguien por puro depravado, cuando las circunstancias hasta ahora descritas, al menos en mi sentir, no estarían evidenciando ese escenario casi «macabro».
El acoso tiene que ser combatido con firmeza, porque lo que trae consigo es violencia y también muerte, eso sin duda alguna. Pero para no desnaturalizar la importancia de esta norma, hay que actuar con agudeza, analizando contextos en forma dinámica, observando los escenarios que se dan en el tiempo y no sólo arribar a conclusiones de manera «estática», e incluso, prever posibles actos mal intencionados, para no ser injustos. Veremos qué dicen los jueces finalmente y qué elementos se suman, a favor o en contra, de uno y otro lado; pero, algo es cierto: si como está tratando la prensa ahora a Lescano, trataran alguna vez a Alan García o a Keiko Fujimori, hace rato nos abríamos librado de tanto político delincuente, ladrón y cínico.
Algo adicional: Siento que, pocos políticos de derecha son o han evidenciado cierta decencia, uno de ellos, es Lescano, el otro, era Andrade Carmona. Hoy, aparece un joven Alberto de Belaúnde, denotando también coherencia. De los demás, no puedo hablar. Casualmente, los mencionados, son adversarios de la podredumbre que significó el «fujimontesinismo», organización que más que representar a una 'extrema de derecha', simboliza la peste, la miseria humana disfrazada de política, y hoy, con seguridad, como cuando atacaron y calumniaron en forma miserable y brutal a Andrade Carmona, estarán celebrando lo que le ocurre a Lescano. Ese sólo hecho, el darle gusto a la peste fujimorista (y a la facción aprista-alanista corrupta) me hace tener una atención especial sobre este tema.