El día miércoles 24 de abril, ALAN GARCÍA (El expresidente del Perú) fue desintegrado moralmente, no queda nada de él: Era un vil y sucio corrupto más; lo sabía todo y todo el 'trabajo sucio' lo encargaba a 'terceros' (a sus «maiman's»); él era el jefe de sus propias «ratas» y entre ellos, la «rata» más grande (parafraseándolo); se enriqueció con dinero sucio usando los recursos de todos los peruanos, traicionando la confianza del poder conferido. 

Se evidenció además como un 'político' cínico y 'mentiroso compulsivo' hasta el último momento de su vida. Barata terminó por darle el tiro de gracia. Sus defensores: Del Castillo, Mulder, Quesquén, Quezada, Luciana León, Nava y más etcéteras, lo saben muy bien y al defenderlo sólo se defienden así mismos y ponen en práctica la 'pobreza moral' heredada de su jefe, haciendo además apología del crimen y del criminal. 

Ayer se coronó la razón de su suicidio: Se mató para evadir la prisión inevitable y tal vez por la vergüenza residual que aún le quedaba. Pero hoy, no queda nada racional por defender del político que decidió fugarse de este mundo. Queda demostrado para siempre que en su último acto no hubo ni «honor», ni «dignidad», sólo una demostración más de su adicción para evadir la justicia.  Sostener lo contrario, ya es un problema de «ceguera» social, de un irresponsable ejercicio de  «ingenuidad» interesada o de una «Cojudi-Apristitis crónica». Lo siento por su familia.