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AMPLIAR LOS HORIZONTES CULTURALES

Publicado: 2019-08-28

Un primer ejercicio o autocrítica constructiva que creo deberíamos asumir con mayor determinación al momento de pensar en la «tradición oral» o en el «saber de los pueblos», como fuentes indudables de lo que hasta ahora conocemos como: «folklore», debería ser ampliar el horizonte de lo que significa el Perú hoy en día, integral e históricamente. 

En el escenario que ocupan las ciencias sociales, existen formas de ver algunos temas como «inamovibles» - como si fuesen «ciencias exactas» - que suelen quedarse instalados socialmente como «verdades establecidas», tanto, que a veces resulta imposible hacer una crítica, sin correr el riesgo de ser mal entendido o interpretado; y es que, algo es cierto: una verdad socialmente instalada, toma tiempo renovarla, removerla, desmitificarla.

Hace años conversaba con la maestra Chalena Vásquez, quien estuvo de acuerdo con una reflexión que le compartí: En el imaginario social relacionado a la 'cultura tradicional' en Perú, la 'gestión cultural' e incluso las investigaciones, padecen una proclividad o reiterancia orientada a hablar sobre el 'sur de nuestra serranía', mucho más que otras regiones como el norte o la selva peruana, que son abordadas y hasta «pensadas», con menor énfasis. Y es ahí donde apunta la presente reflexión: La mirada y conducta cultural (socialmente «instalada») que manejamos desde hace mucho, está claramente «sureñizada» (por llamarlo de algún modo) y aunque efectivamente nos ha permitido conocer la maravillosa fuente de conocimientos y riqueza cultural de esta gran región de nuestra patria, empero, al mismo tiempo, ha dejado de lado el énfasis sobre otros espacios geográficos, perdiéndonos al mismo tiempo la oportunidad de conocer, de enriquecer y estudiar al Perú con más equilibrio o de modo más integral.

Postulo que este fenómeno tal vez tenga su origen en varios factores, uno de ellos, es la mayor referencia que se suele tener siempre sobre las historias recientes o de mayor alcance en el tiempo, como por ejemplo, el denominado «imperio inca», que fue la última etapa del «Perú antiguo». Otra tal vez sea la subsistencia cultural mestiza que sobrevivió en el sur, a diferencia del casi exterminio que sufrió el norte con la llegada de los españoles (recordemos que la invasión y el genocidio español ingresó por lo que hoy conocemos como Tumbes, Piura y Cajamarca, fundamentalemente), entre otros. Pero un factor adicional reciente, creo lo constituye la luminosa y poderosa presencia del «taitacha» Arguedas. Qué duda cabe que el gran amauta ha jugado un rol maravilloso en la afirmación y estudio de una parte importante de nuestra patria, pero sobretodo, del “sur andino”, que es lo que más abordó, amén de su entrañable obra literaria. En ese sentido, podemos decir que nuestra observación cultural, en cierto modo, también está: «arguedizada», influenciada, tocada en sus acciones, por la luz del amauta José María.

Las tradiciones no son inamovibles, se enriquecen con la dinámica social, económica, política, con los cambios abruptos generados por implosiones sociales, e incluso, por fenómenos naturales o los «mediatismos» de cada época. A eso, habría que agregar que los estudios de los últimos tiempos nos van revelando un país que existe más allá de lo que hasta ahora imaginábamos; incluso, los orígenes de nuestra civilización se han trasladado de lugar y se van afirmando existencias de lenguas anteriores al quechua, lengua cuyo nacimiento u origen, correspondería a otros espacios diferentes a lo que hasta ahora creíamos zanjado: la costa central. Por todo ello, una mirada renovada, más amplia, desprejuiciada, dispuesta a romper mitos, evitando que las susceptibilidades o regionalismos exacerbados nos frenen, dispuesta a entender el imaginario cultural con más amplitud de lo que hasta ahora hemos pensado, y más, a la luz de lo que cada día vamos aquilatando como nuevos conocimientos, en un mundo que desde hace tiempo exige a gritos una mayor democratización del reconocimiento y estudio de las diferentes expresiones culturales, sin duda, nos enriquecerá como país y como seres humanos. Es necesario entonces actuar con mayor urgencia en ese sentido.

Las maravillosas y aleccionadoras expresiones culturales de nuestra patria se expresan en el sur, centro y norte; en la costa, sierra y selva, y a través de sus diferentes pisos altitudinales, cada una de ellas moldeadas por una rica y compleja historia que les asignó un rol diferenciado de subsistencia y hasta de interdependencia. Es nuestro deber entonces afirmar toda esa riqueza, con amplitud, con enfoques equilibrados, removiendo aquello que nos impida entenderla con mayor horizonte de lo que hasta ahora hemos practicado.


Escrito por

Jinresocialarte

Hijo de padres, abuelos y bisabuelos Cajamarquinos, bella tierra norteña que llevo en la mente y el corazón, junto a la patria toda.


Publicado en

Jinre

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