DESPRECIO
Hemos crecido creyendo que es normal, que es correcto, que así deben ser las cosas desde que nacimos en este país…
- Que una cita médica en el Seguro, debe pedirse con tres meses de anticipación.
- Que no haya camas cuando es urgente hospitalizarte.
- Que tu cama esté ubicada en el pasadizo de un hospital, porque no hay más espacio.
- Que no tengas privacidad y tus necesidades tengan que verlas otras personas de al lado.
- Que no haya ventilación óptima en verano o calefacción en invierno.
- Que los ambientes no sean higiénicos ni los más limpios.
- Que no haya papel higiénico ni toallas en los baños.
- Que no haya medicinas en la farmacia del hospital y tengas que salir a comprarlas tú mismo a una farmacia de la calle.
- Que no funcione el tomógrafo o la resonancia magnética porque se malogró hace meses.
- Que no hayan postas médicas bien equipadas en las provincias.
- Que muchos hospitales parezcan ‘campamentos de guerra bombardeados’, más que dignos centros de salud.
- Que la gente no cuente con un seguro de salud digno, sin trabas ni deficiencias.
- Que los colegios estatales se destruyan por falta de presupuesto para mantenimiento.
- Que los baños de los colegios luzcan malogrados, atorados, fétidos, que apesten, que nunca tengan papel para los niños o alumnos.
- Que los jardines y pasadizos de los colegios estatales se vean abandonados.
- Que no haya presupuesto para una limpieza óptima de sus instalaciones que les brinde un ambiente bello.
- Que los colegios no tengan un centro de salud o doctor para sus alumnos.
- Que el transporte público sea deplorable cada día.
- Que los buses se detengan donde se les de la regalada gana.
- Que se construyan pistas nuevas que no solucionan nada y sirvan sólo para ganar comisiones corruptas.
- Que no tengamos un metro subterráneo, cuando Argentina o Paris lo tuvieron ya hace más de 100 años.
- Que un juicio en el Poder Judicial dure más de diez 10 años.
- Que los expedientes estén desperdigados por los suelos en los juzgados.
- Que las empresas mineras contaminen ríos, lagos, sin que nadie las sancione.
- Que una empresa «vendedora de leche», nos haya vendido por décadas ‘algo’ que no era leche.
- Que las empresas petroleras derramen petróleo en los ríos, sin que nadie los sancione.
- Que un presidente libere miles de narcotraficantes poniendo en riesgo nuestra sociedad, y nadie proteste por eso.
- Que haya trabajadores sin derechos sociales, con sueldos paupérrimos que no alcanzan para sus necesidades básicas.
- Que los grandes bancos te cobren lo que les dé la gana por una transacción, sin que nadie les diga nada.
- Que haya niños y ancianos en las calles vendiendo cualquier cosa sin que a su patria le indigne esa realidad.
- Que es normal que el Estado y los Medios de Comunicación tengan que pedir donaciones a la población para cosas que el Estado debería atender sin mayor problema como parte de sus obligaciones.
Hemos crecido conviviendo desde pequeños con estas condiciones y hasta hemos creído que es lo normal, que así es la vida, que es lo que debe ser.
Tenemos curtida, cuajada, petrificada la convivencia con el desorden, lo anti higiénico, lo indigno, los sueldos bajos, con niños y ancianos vendiendo en las calles, con la deficiencia, la farsa, la falta de vergüenza y la ausencia de sensibilidad.
Tanto estamos acostumbrados a lo indigno, que a nadie se le ha ocurrido decir con firmeza que eso no está bien, que no es correcto, que así como vivimos no es como deberían ser las cosas.
No nos hemos propuesto radicalmente el derecho a vivir más dignamente o que tenemos derecho a mejores cosas: a la justicia sin sobornos, a una educación pública en condiciones maravillosas, bellas; a una salud y seguro de primer nivel para todos, para todas, sin deficiencias ni condiciones que avergüenzan nuestra condición de seres humanos; que tenemos derecho al disfrute de las artes, la cultura y la belleza en forma cotidiana y al alcance de todos; a tener unos medios de comunicación que no difundan porquerías, ignorancia vergonzosa, contenidos machistas, homofóbicos, «humor» racista y contenidos vulgares hasta el asco.
Chile se levantó hace varios meses y sigue en pie hasta hoy luchando por mejorar sus condiciones de vida para la mayoría de su población. Y es que esa es la única forma de cambiar esto, alzando la voz, creyéndonos que ya es tiempo y es justo que decidamos cambiar tanta porquería que nos han heredado quienes nos gobernaron y quienes desde el poder económico nos digitaron políticas para mantener sus privilegios sin importar lo que le sucedía al resto del país.
Todo esto, sólo tiene un nombre: DESPRECIO.
Desprecio a nuestra condición humana; desprecio por los niños, mujeres, varones y ancianos; desprecio por nuestra patria, por la vida; desprecio porque hoy lo sabemos bien, se la pasaron robando a la patria, mintiendo, traicionando las esperanzas, porque nunca les interesó lo que nos pueda ocurrir y cómo nos afectaba tanta inmundicia, al punto que nos ha vuelto inmunes, acostumbrándoos a la suciedad social, al mal olor, a lo que no está bien, carajo.
Desprecio, porque se dieron cuenta que no reaccionamos, porque saben que no nos hemos propuesto aún que sí tenemos derechos y que queremos vivir mejor.
Todo lo que hoy vivimos y la forma cómo vivimos, sólo ha sido posible porque ese mismo desprecio con el cual nos han gobernado y tratado, lo terminamos usando contra nosotros mismos al no exigir respeto con firmeza.
Quien quiera cambiar todo esto, no es un TERRUCO o TERRUCA, carajo, ¡no! quien desee cambiar todo esto, será un Ser Humano que no quiere ser despreciado, que no quiere que nos desprecien como hasta ahora lo hemos permitido.
No le heredemos a nuestros hijos toda esta inmundicia a la cual nos acostumbraron a ver como «normal», porque no lo es, no lo es, no lo es.
Exijamos cambiar esto con determinación. No dejemos que nos sigan despreciando.