La profesora Frida, natural de Bambamarca, fue trasladada para trabajar en la escuela primaria de «La Llica» más o menos por el año 1958. La maestra llevaba consigo un cuadro pequeño con la imagen de Santa Rosa de Lima, motivando la celebración de su festividad cada 30 de agosto (día de la «Patrona de América») tanto en la escuelita de «La Llica» como en la comunidad misma por parte de algunos pobladores con costumbres de esta tierra, realizándose desde entonces las denominadas «novenas» previas al día principal, a la que se fueron sumando música y cantos propios del lugar.
30 DE AGOSTO

Una tradición forjada en los últimos tiempos.

La profesora Frida (desconocemos su apellido), natural de Bambamarca, fue trasladada para trabajar en la escuela primaria de «La Llica» más o menos por el año 1958. La maestra en mención llevaba consigo un cuadro pequeño con la imagen de Santa Rosa de Lima, motivando la celebración de su festividad cada 30 de agosto (día de la «Patrona de América») tanto en la escuelita de «La Llica» como en la comunidad misma por parte de algunos pobladores con costumbres de esta tierra, realizándose desde entonces las denominadas «novenas» previas al día principal, a la que se fueron sumando música y cantos propios del lugar.

Esta conmemoración o celebración se llevó a cabo por un periodo de tres (3) años hasta que llegó el momento en que la profesora Frida tuvo que partir pues nuevamente fue destacada para enseñar en otro paraje. Al irse, la maestra se llevó la imagen (el cuadro) de «Santa Rosa de Lima» dejando a «La Llica» sin el elemento motivador y aglutinador de su celebración que fue realizada desde su llegada.

Por aquellos años, el señor Mario Vargas Pérez, quien viajaba de Bambamarca a Lima constantemente, le contó de esta situación al Sr. Leonidas Guevara Cerdán («llicano» que residía en Lima), quien enterado de los acontecimientos y de la tristeza del pueblo llicano, decide convocar a una reunión a otros coterráneos «llicanos» («primos» entre ellos, en su mayoría) para tomar la decisión de donar una imagen de «Santa Rosa de Lima» consistente, ya no en una foto o «cuadro», sino, de una escultura con la imagen de la «santa patrona».

La iniciativa de don Leonidas tuvo buena acogida entre los convocados. A esa primera reunión asistieron las siguientes personas:

Valóis Pérez Guevara, Segundo Augusto Cotrina Pérez, Bercelia Cotrina Linares, Alfonso Guevara Cerdán, Julio Zafra Cerdán, Aurelio Zafra Cerdán, Mario Guevara Cerdán y Sergio Guevara Costales; los mencionados se reunieron a fines del mes de marzo del año 1961.

Como parte de los primeros acuerdos abordados, los asistentes decidieron donar de su propio peculio diversas cantidades de dinero para mandar a construir con un escultor la imagen de Santa Rosa de Lima. El artista que recibió el encargo vivía por aquel entonces en la Calle Huamachuco # 1859, en el distrito de Jesús María, Lima.

La imagen fue entregada los primeros días del mes de agosto de 1961, es decir, semanas antes del inicio de la celebración de la fiesta de Santa Rosa.

Luego de estas gestiones, don Leonidas Guevara Cerdán convocó a una segunda reunión, oportunidad en la que se eligió por sorteo a la persona que sería la encargada de llevar la «imagen» hasta la comunidad de La Llica; la responsabilidad de la entrega recayó en el Sr. Valois Pérez Guevara.

Al llegar al pueblo de Bambamarca (Capital de la provincia de Hualgáyoc, a la que pertenece la comunidad de La Llica), se decidió que el «padre» del pueblo le diera la bendición antes de llegar a su destino final.

Los testimonios recogidos refieren que la imagen de «Santa Rosa» fue llevada en su último tramo en procesión (en andas) desde el pueblo de Bambamarca hasta «La Llica», al compás de música y danzas de la zona: Bandas típicas de quenas, cajas, pallas, cánticos, etc.

Ya en la senda final de su trayecto y desde el lugar conocido como la SEMSA (pequeña hidroeléctrica que abastecía de energía a la provincia de Hualgáyoc) los lugareños, felices por la noticia, habían construido «arcos de flores» que se sucedían a lo largo del camino, colocados hasta en sendas estrechas, empedradas, cercadas de vegetación, de zarzas, yerbas, etc. hasta llegar a La Llica.

Como consecuencia del arribo de la imagen, la festividad de «Santa Rosa» se retoma desde aquel año generando una mayor convocatoria y celebración, aglutinando incluso a las comunidades aledañas, enriqueciéndose año a año.

La imagen recién llegada desató la algarabía de toda la comunidad refundando desde entonces la tradición de la denominada «Fiesta de Santa Rosa, en La Llica». Una de las primeras iniciativas de los pobladores fue la construcción de una capilla de adobe que sería la primera morada para la imagen.

Con el paso de los años, la tarea de los hijos «llicanos» residentes en Lima, a la que se sumaron las nuevas generaciones, continuaron con la realización de diversas actividades para la construcción de una capilla de «material noble», la misma que fue tomando prestancia arquitectónica con el paso de los años.

De todo este tiempo transcurrido, es necesario e importante recordar la contribución de personas que con espíritu generoso sumaron su entusiasmo y cariño para la concreción de lo que hoy se conoce como la iglesia comunal de La Llica. En todos estos años, se han realizado y siguen organizando actividades como: «campeonatos de fulbito», parrilladas, fiestas sociales, «cuyadas», polladas, etc. para recaudar fondos destinados a fortalecer la morada de «Santa Rosa». A los nombres y esfuerzo de cada uno de los habitantes de «La Llica», mujeres y hombres del campo, quienes serán siempre los principales y más importantes gestores de esta festividad, es justo sin embargo recordar a las siguientes personas:

- Eladio Cotrina Linares (techado de calamina)

- El alcalde de Hualgáyoc (cemento y camionadas de arena)

- Julio Zafra Cerdán (comandando y vigilando la obra voluntariamente, con dedicación personal)

- Daniel Vásquez Guevara (construcción de diversas instalaciones)

- Nelson Vásquez Guevara, etc.

Sirvan estos datos con cierto grado de cronología para afirmar esta tradición (al que podrán sumarse otros que contribuyan a su historia), algo dispersos en detalles, es cierto, pero que al mismo tiempo nos permiten afirmar una vez más que al hablar de «tradición» estamos en el deber de entender estos fenómenos como dinámicos, en constante proceso de enriquecimiento, de refundaciones y construcciones, las que se mantendrán fuertes en el tiempo en tanto sean forjadas por sus propios actuantes, por los pobladores de una comunidad determinada, recibiendo también, claro está, la influencia de elementos mediáticos y propios de la modernidad. «La Fiesta de Santa Rosa» en La Llica asume la imagen y efemérides de una «patrona» de origen católico identificada con la ciudad de Lima, que por un hecho no previsto, inimaginado (la llegada de una profesora a la comunidad con un cuadro de Santa Rosa) se convierte con los años en cohesionadora de otros elementos tradicionales, pre existentes a su llegada. Acaso hoy «Santa Rosa» ya no sea entonces sólo de Lima, sino también: «Santa Rosa de La Lica».

Los presentes datos descritos constituyen un primer y breve acercamiento a la historia que rodea a esta festividad, la misma que, repetimos, podrá ser enriquecida a futuro con objetividad debida.

Hasta nuestros días, «La fiesta de Santa Rosa» se ha afirmado con mayor fuerza haciendo que los «llicanos» regresen cada año desde donde se encuentran para compartir la celebración, departir con sus antiguos paisanos y vencer la nostalgia que produce la lejanía por la tierra que los vio nacer.

IMAGEN

FIESTA DE "SANTA ROSA" EN LA LLICA, BAMBAMARCA, CAJAMARCA (*)


En cada «novena» previa al día principal, al compás de «Bandas típicas de quenas», de «pechadas» al atardecer, de cashwas, marineras y cumbias con quenas, de música que llega también con radios a «pilas» o «batería» bajo los toldos que se levantan alrededor de la iglesia, de brindis intensos con sorbos de su inconfundible aguardiente de caña, etc. constituyen formas celebrativas a las que se han incorporado también concursos de «caballos de paso», de «vacas lecheras», campeonatos de fútbol, etc. Cada año los «llicanos» llegan para celebrar la vida, afirmar su fe, renovar la alegría y los afectos por el reencuentro con los amigos y familiares, con sus «paisitas» que partieron por diferentes rumbos en busca de un mejor futuro y también con aquellos que se quedaron a seguir sembrando su tierra. Todos llegan para cantar y bailar, para visitar a la familia y amigos, recibir invitaciones, consolidando una tradición que tiene su base en formas de vida comunitaria dentro de este paraje cajamarquino, que a nuestro entender, supera incluso (como en muchos lugares del Perú) el concepto del denominado «sincretismo»; un ejemplo de celebración tradicional en el que se confunden el «azar», lo religioso, con las tradiciones de convivencia comunitaria, todas ellas, asumiendo el derecho a su cultura propia.


(*)

Foto: Fiesta de «Santa Rosa de La Llica». Día de la víspera del 30 de agosto, año 1993. Bajando de La Llica alta. Al fondo, la imagen de «Santa Rosa», en referencia.