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FOTO: CELESte acosta román

¿Y SI AUN ES POSIBLE?

Publicado: 2022-05-20


Hace siete años partió Manuel Acosta Ojeda...

Año 1989. Salíamos con Manuel Acosta Ojeda (MAO) de una actividad organizada por un colectivo de estudiantes universitarios en el local del Sindicato de Trabajadores Telefónicos ubicado en la Av. Uruguay, en el centro de Lima. La jornada política fue conmovedora, con una juventud entusiasta que afirmaba sus deseos por un país y un mundo más bello; eran los últimos años del primer gobierno aprista que culminó destrozando económicamente al país y la indignación social era generalizada.

Salimos de aquella ceremonia con la emoción de la energía juvenil de la que aun formábamos parte (yo estudiaba entonces en San Marcos). «La ventaja de la juventud es que no conoce el fracaso y por eso siente que todo le es posible, que todo lo puede… ¡es una maravilla!», decía MAO, mientras nos retirábamos caminando rumbo a la oficina de la SAYCOPE, en el jirón Chota.

Lo vivido en dicho acto político nos hizo conversar juntos por las siguientes horas acompañados por el sabor amargo y potente de un brindis cómplice.

MAO no sólo era un genial compositor peruano, un estudioso de nuestras culturas, era un hombre político y militante de la justicia a tiempo completo; un hombre de izquierda firme y de enorme sensibilidad. Asumía «la belleza como sinónimo de justicia». No son pocas las personas que han querido ver a MAO alejado de su compromiso político, desmembrarlo de su alma reflexiva y crítica. MAO soñaba una nueva sociedad, cultivada, donde se condene la injusticia y se afirme la fe en un hombre liberado de mezquindad, del abuso, la prepotencia, de los mercaderes de la palabra. Quien quiera ver a Manuel Acosta Ojeda lejos de esa militancia, entendió muy poco o casi nada el significado de su obra.

Aquella tarde discurrió entre canciones, sentencias literarias, anécdotas, sonrisas, lágrimas, puños apretados y una que otra canción a dos voces, hasta que de las palabras de MAO afloraron de pronto con pasión y enorme sensibilidad, gota a gota, sílaba a silaba, una de las más estremecedoras reflexiones que pude oírle y que siempre recuerdo desde entonces:

«Hermano -me dijo- cuando el canario quiere enamorar a la hembra, le canta de determinado modo y esta le responde también con un silbido que denota su aceptación. La paloma no destruye el hogar de nadie para construir el suyo o el nuevo nido para sus futuros hijos. El “chilalo”, con barro y pajitas que encuentra en el campo y sin agredir las ramas de ningún árbol, invita a la “chilala” a formar un nuevo hogar. El pingüino macho cuando desea enamorar e invitar a la hembra a tener intimidad, coloca una piedra en un lugar determinado y la hembra que deposite otra piedra en el mismo lugar, es la que acepta la propuesta del macho… Todos ellos construyen su vida, su descendencia sin agredirse y, en lo posible, sin destruir su entorno, la casa que habitan. El hombre, ¡carajo! de quien decimos es un ser «racional» –insistió MAO - tras siglos de «humanidad» todavía viola, ultraja, roba, explota, extorsiona, trafica, invade, somete a la fuerza. ¡Ay, hermano! El buen Jesús, Buda, Aristóteles, Marx, Lenin, Mao Tse Dong, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, José Carlos Mariátegui - el amauta - Felipe Pinglo… tal vez nos han engañado, nos han estafado, hermano… Estos genios nos hicieron creer, nos enseñaron a tener fe, construyeron hermosos tratados teóricos, canciones, poemas, reflexiones... para convencernos que sí era posible un mundo en verdad humano, donde reine la solidaridad y la bondad; nos hicieron creer que ya estábamos preparados para construir y habitar ese mundo nuevo, que todos entenderíamos y abrazaríamos esa necesidad de humanidad… Nos hicieron soñar con hermosos ideales, pero no nos dijeron que aún no habíamos dejado de ser del todo esos primitivos seres de los cuales provenimos. No hemos sido capaces de renunciar a los restos de animalidad destructiva que nos domina. El hombre, hermano, todavía viola, roba, ultraja, somete, abusa… ¡carajo! Y es que esas personas idearon, pensaron un mundo para ¡Seres Humanos! y no contaron con que todavía no lo somos del todo, que aún no hemos llegado a ser merecedores, ni ser capaces de comprender, de asumirnos como personas dispuestas a hacer realidad esos sueños, con determinación, con bondad...»

Aquellos palabras y sentencias que invitaban a la ternura, MAO las acompañó con algunas lágrimas sentidas (pero jamás resignadas) que me hicieron abrazarlo en silencio, con emoción y gratitud.

Manuel Acosta Ojeda nació en 1930 y partió de este mundo el 2015, y yo sigo celebrando su vida, su inteligencia y fe inquebrantable en un mundo más bello.


Escrito por

Jinresocialarte

Hijo de padres, abuelos y bisabuelos Cajamarquinos, bella tierra norteña que llevo en la mente y el corazón, junto a la patria toda.


Publicado en

Jinre

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