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SEIS PRESIDENTES EN SEIS AÑOS

Publicado: 2023-10-24

Pedro Pablo Kucsinsky

Martín Vizcarra

Manuel Merino

Francisco Sagasti

Pedro Castillo

Dina Boluarte

Toda esta debacle tuvo un inicio y tiene un nombre propio. Es consecuencia de una tarambana, de una irresponsable descomunal, una inconsciente que por su “berrinche" y espíritu mafioso llevó al Perú a una de sus mayores crisis de gobernabilidad democrática de toda su historia.

La vergüenza de tener seis presidentes en menos de seis años, inició aquel día en que la hija del delincuente y ex dictador Alberto Fujimori se negó a reconocer su derrota frente al candidato de la derecha empresarial: Pedro Pablo Kusczsinski. Los demócratas, cuando lo son, reconocen los triunfos y derrotas en las urnas, pero Keiko Fujimori sólo sabe de “caprichos” e ilegalidades reiteradas que tal vez las aprendió cuando vivía en las instalaciones del Servicio de Inteligencia (al costado de la Salita del SIN) donde se compraban conciencias, rodeada de generales y oficiales mafiosos que terminaron en la cárcel y de un asesor presidencial como Vladimiro Montesinos quien, junto a su padre, terminó condenado a veinticinco años de prisión por narcotráfico y asesino mediato. Aquella fue la atmósfera en la que la candidata del fujimorismo, apoyada desde entonces por desmemoriados de nuestra reciente historia, dio inicio a su descarrilada conducta que ha llevado a nuestra patria por el despeñadero.

El año 2016 Keiko Fujimori logró colocar setenta y tres (73) congresistas (algo nunca visto), una mayoría aplastante que más allá de abogar por el desarrollo del país y tener la oportunidad de demostrar de lo que eran capaces de hacer por el Perú, se dedicaron a obstaculizar al gobierno de turno. Siendo un partido de derecha, el fujimorismo bloqueaba a un presidente también de derecha como PPK. Entre sus muchas perlas, los congresistas dirigidos por Keiko Fujimori impidieron que indultaran a su propio padre y terminaron destituyendo a su hermano Kenji. El final de esta historia llegó con la “renuncia obligada” del presidente Pedro Pablo Kuczinsky, siendo reemplazado por Martín Vizcarra.

No pasó mucho tiempo para que, ante tanta obstrucción fujimorista, Vizcarra determine el cierre del Congreso por reiterada "denegación de confianza" a su gabinete, no sin antes presenciar un “berrinche” más: el gracioso y bruto nombramiento de Mercedes Flores Aráoz como “presidenta por tres minutos”, nombrada por un Congreso que padecía de metástasis fujikeikista. Posteriormente, un referéndum eliminó la reelección de congresistas y creó la Junta Nacional de Justicia. Al poco tiempo, el fujimorismo ¡Una vez más! con Keiko a la cabeza, genera una segunda vacancia destituyendo a Martín Vizcarra y nombrando presidente a Manuel Merino de Lama. Merino, forzado por el clamor de masivas protestas de miles de jóvenes que termina con el asesinato de dos chicos, Inti y Bryan, renuncia a la presidencia tras permanecer apenas cinco días en el cargo.

Ante la renuncia de Manuel Marino, el Congreso de la República (por consenso) elige como nuevo presidente a Francisco Sagasti. Pasados unos meses, Sagasti convoca a nuevas elecciones y ¡Una vez más! Keiko Fujimori se presenta como candidata.

El año 2021, Pedro Castillo Terrones (un profesor rural de origen campesino) es elegido presidente del Perú. Keiko Fujimori, la que recibió varios millones de soles de conocidos empresarios para su campaña, la misma que vivió en las instalaciones del Servicio de Inteligencia rodeada de generales y oficiales mafiosos, al costado de la Salita del SIN... arremete nuevamente con sus “berrinches” e intereses mafiosos desconociendo las elecciones y denunciando un falso “fraude electoral” sin presentar una sola prueba. El partido fujimorista y otros partidos de derecha profujimorista, apoyados por la gran prensa peruana, promueven la vacancia de Pedro Castillo incluso antes de que este asuma la presidencia. Frente al nuevo gobierno, la bancada fujimorista y demás tiendas políticas de derecha profujimorista, nuevamente ejercen un rol obstruccionista llegando a presentar hasta cuatro mociones de vacancia de manera inconstitucional contra Pedro Castillo.

La conducta antidemocrática del Congreso, las decenas de carpetas fiscales y el acoso desmedido contra su hija, esposa y familia, las mismas que incluyeron el allanamiento nunca antes visto del mismísimo Palacio de Gobierno, generaron que Pedro Castillo pronuncie un mensaje a la nación con la intención de cerrar el Congreso y reorganizar al Ministerio Público y el Poder Judicial. Las medidas anunciadas por Castillo no estuvieron refrendadas ni respaldadas en ningún documento oficial con firma de sus ministros. Engañado y manipulado por su mismo cuerpo de seguridad, Pedro Castillo fue conducido a la Prefectura y es detenido. Paralelamente, el Congreso vota su destitución sin seguir los procedimientos constitucionales establecidos, es decir: sin realizar antejuicio, sin trámite de defensa y con apenas 101 votos cuando el artículo 189, inciso a) y b) del reglamento de la Constitución Política establece que se requieren 104. Pedro Castillo finalmente es destituido y se nombra a Dina Boluarte en su reemplazo.

Dina Boluarte, a quien un día antes el Congreso limpió (dejó sin efecto) de las investigaciones que pesaban sobre ella, juramenta como “presidenta” sometiéndose desde entonces a todo lo que el parlamento, de mayoría pro fujimorista, decida.

Boluarte había prometido en varias oportunidades que si vacaban a Pedro Castillo ella renunciaba por fidelidad al presidente. Dina no solo no cumplió su palabra, sino que desde entonces presidió un gobierno que terminó asesinando (en menos de un mes) a más de setenta (70) peruanas y peruanos civiles, incluidos ocho (8) menores de edad, manchando de sangre su régimen y calumniando de “terroristas” a los muertos y manifestantes; en el colmo del delirio y desesperación, Dina Boluarte llega a sostener que el culpable de los asesinatos en las protestas sería Pedro Castillo.

El Congreso, de mayoría fujimorista y ahora en alianza con el partido Perú Libre, terminan avalando con su desidia las muertes, los heridos y protegen a una Fiscal de la Nación que no puede mostrar sus tesis de posgrado, nombran a un Defensor del Pueblo abyecto a sus intereses y hoy mismo pretenden destituir a la Junta Nacional de Justicia con el claro propósito de manejar la designación de jueces a su antojo y poder destituir a las autoridades electorales del Jurado Nacional de Elecciones y la Oficina Nacional de Procesos Electorales. Todo ello, con un claro propósito: hacer ganar tramposamente a Keiko Fujimori en las próximas elecciones, ya que nunca pudo hacerlo por la vía democrática.

Keiko Fujimori, la que convivió en los ambientes del Servicio de Inteligencia de “El Pentagonito” junto a generales y oficiales criminales y cuya "casa" quedaba al costado de la Salita del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional) donde el asesor personal de su padre compraba jueces, políticos y canales de televisión, salió a respaldar hace poco a Dina Boluarte después de sostener por varios meses que había existido un “fraude”.

Con esta historia cargada de “berrinches” y actos mafiosos, con seis presidentes en menos de seis años, nos preguntamos… ¿Alguien sensato va querer invertir en el Perú?

Hoy el país está sumido en una seria recesión económica y ella es consecuencia de varios años de inestabilidad que tiene nombre y apellido propio, de una persona a quien hemos dejado que con sus berrinches y “lobis” jueguen con el futuro de nuestro país, de las nuevas generaciones, de nuestros hijos.


Escrito por

Jinresocialarte

Hijo de padres, abuelos y bisabuelos Cajamarquinos, bella tierra norteña que llevo en la mente y el corazón, junto a la patria toda.


Publicado en

Jinre

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